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lunes, 8 de febrero de 2010

El joven de Pomaire.


Terremoto en Chile.


Pomaire, 8 de agosto de 2009.

El joven terminó su chicha, apoyó su cacharrito en la mesa de madera; la mamá venía de la cocina con el pastel de choclo; el perro dormía lleno de polvo de arcilla, cuando ya no soporta la interminable espera y rompe de ansiedad con la armonía de la cueca que sonaba en la vieja radio.

“Papá, tengo que decirte algo importante.”

Agradeció a su esposa la comida, levantó la vista y dijo: “Claro hijo, cuente pues”.

“He perfeccionado en todos estos años, la técnica para hacer la mejor arcilla. Usted ha hecho los mejores trabajos de Pomaire y yo he aprendido, ahora quiero llevar mi trabajo por el mundo. Quiero que todos vean lo que usted me enseñó. Voy a demostrar que soy el mejor. Pero antes me gustaría escuchar un último consejo antes de partir.” Le dijo al padre.

Él lo miró a los ojos con esa mezcla de emoción y orgullo y dijo:

“Te he enseñado todo lo que sé. Te he dado todo lo más importante que tengo; la educación, los valores y la profesión. Tú pusiste la inspiración y el corazón.
Tan solo puedo decirte querido hijo, que del trabajo del barro sale el plato donde comes y la olla donde cocinarás para tu familia. Cuando llegues a los caminos más altos, a los más difíciles, inalcanzables y bellos, ten cuidado de no contagiarte de una enfermedad terrible. Hay muchos que la padecen, pero pocos lo saben. Si te dejas contagiar, perderás tu inspiración, olvidarás poco a poco tus orígenes y tus vasijas no soportarán el calor de la cocción. Tu arte se convertirá en polvo.”

Ante los ojos atentos de la madre, el hijo respondió:

“Gracias padre. Solo una cosa más quiero preguntarte:

¿Cómo se llama esa terrible enfermedad? ”

La madre respondió firme:

“Indiferencia.”



Cuento y foto: Marcelo González Calero.

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nota: Este cuento fue escrito y publicado con anterioridad al Terremoto sufrido en Pomaire y Chile. Gracias.

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