
(Descargar PDF)
Foto portada de Folleto institucional para Master en Derecho de la Empresa. Universidad de los Andes. Chile.
www.uandes.cl









Conocer el desierto fue una experiencia que cambió mi forma de verlo para siempre.
Tal vez lo primero que uno (al que le toque) debe admitir después de viajar al desierto de Atacama, es la ignorancia previa. Así me sentí después de superar la falta de oxígeno. Ignorante. De alguna forma, uno busca excusarse, después de todo “desierto” definido por la “RAE” dice de un “despoblado, inhabitado, solo; territorio arenoso o pedregoso que por la falta casi total de lluvias, carece de vegetación o la tiene muy escasa.” Yo esperaba ver eso. Nada más.
Habría que regalarles un pasaje y estadía a la o las personas que definieron así. Porque es como definir al “océano” como una gran cantidad de agua. “Muy escasa”
Es cierto que se ve un territorio arenoso, pedregoso, árido, despoblado, a veces ventoso, seco, seco y muy seco. Pero como comparaba anteriormente, es como decir: olas, agua, viento, humedad y despoblado. Las bastas superficies arenosas, pedregosas y arcillosas, disfrazan de “aquel concepto de desierto” a una riqueza mineral “incalculable”. Al menos para mí, porque otros menos ignorantes lograron instalar la mayor mina de cobre del mundo, a cielo abierto y de las otras. Si creen que eso no se ve, entonces pasen por la ciudad de Chuquicamata de noche y vean el cobre fundido brillar en la noche como un río de lava al rojo vivo.
La “vida” en el desierto adquiere formas, importancia, definiciones nuevas, cambios y hasta magia.
Un claro ejemplo es el agua, que nace en un volcán activo de cumbre nevada; baja, se congela, se derrite nuevamente, hierve en un geiser rodeado de hielo, se evapora, sigue, forma ríos, da de beber a los humanos y animales, riega plantaciones, moldea la tierra, forma ciudades, lagunas, se vuelve salada, se evapora, forma nubes y vuelve a caer como lluvia sobre alguna cumbre. Todo eso pasa con el agua en el desierto.
La vida se desarrolla en lo extremo, entre el agua congelada e hirviendo, en ese límite surrealista donde menos uno se imagina. Pero ahí está la vida, en sus más diversas y radicales formas.
El desierto para mí, fue el descubrir un mundo desconocido, deshacerme de ideas, conceptos y definiciones para reverlas, redefinirlas, ampliarlas.
El desierto es abundancia, riqueza, esfuerzo, supervivencia, valor, constancia, diversidad, tiempo, historia, hogar, trabajo, desconocido, cambio, movimiento, vida, fin y comienzo nuevamente.
No pretendo definir, ni corregir a nadie ni presumir que esto es muestra de todo el desierto, pero así lo viví yo y eso es seguro.
Tal vez alguien más lo vivió así y lo quería compartir.





Los geisers del Tatio se encuentran a una altura de 4.320 metros sobre el nivel del mar y para ver las columnas de vapor en su plena magnitud, se recomienda visitarlos con el amanecer. El detalle de la hora, es que la temperatura se encuentra bajo cero. En la época del año que los visité, habían 14 grados bajo cero. Para un uruguayo nacido a nivel del mar, la altura deja bastante poco oxígeno, cosa que dificulta la toma de fotografías en el momento de controlar la respiración para disparar. Cada bocanada de aire cuenta y si no está, se siente y mucho.