
En el Cajón del Maipo, a pocas horas del centro de Santiago, se abandona el aire viciado de la ciudad, para darle la bienvenida al aire puro y frío de la Cordillera de los Andes. Un paisaje majestuoso, un jardín de gigantes, una tierra vertical, extrema y hermosa. Un mundo que convive a diario con la capital, apartado, silencioso, coquetando con las nubes, compitiendo en magnitudes y decorando sus coloridas rocas con la variedad de estados que le proporciona el agua. Entre sus hermanos mayores que lo arropan, se encuentra el Glaciar El Morado, que se niega a permanecer donde nació y poco a poco abandona gota a gota el lugar, para viajar a nuevos destinos.






(Véase los montañistas en el sector inferior derecho para referencia de dimensiones)

El lago a sus pies recibe al hielo en su metamorfosis, de un glaciar malhumorado, que cruje, truena, arroja piedras y trozos de hielo. El gigante milenario parece querer moverse de su cuna, el mundo ya no es tan fresco para dormir y tal vez a su tiempo ya no quiera quedarse en este planeta.









(Véase los montañistas para referencia de dimensiones)




Aun estando tan cerca, estamos muy lejos de ser concientes que convivimos con glaciares a nuestras espaldas y no es necesario pensar en la Antártica para buscar estas maravillas de la naturaleza. Contemplarlo fue una experiencia inolvidable, por eso quiero compartir con Ustedes, las imágenes de paisajes y de escalada en hielo por un grupo de montañistas chilenos.
Espero les guste, saludos.
Marcelo.